lunes, 11 de junio de 2007

"VENGO PINTANDO DESDE HACE TRES O CINCO MIL AÑOS, MÁS O MENOS"



La obra de Guayasamín es un espejo del hombre latinoamericano y de su historia. Como él mismo dice: "Mi pintura es de dos mundos. De piel para adentro es un grito contra el racismo y la pobreza; de piel para fuera es la síntesis del tiempo que me ha tocado vivir".

Desde el punto de vista de la Historia, el arte de Guayasamín retrata un tiempo largo; el proceso desde las primeras culturas indígenas latinoamericanas hasta la historia contemporánea. Es así como ella es también asociada a la geografía, en especial a la cordillera de los Andes: Oswaldo Guayasamín incorporó a su iconografía los volcanes, como fuerza de la naturaleza que acompaña al dolor de cenizas de los habitantes de esas cordilleras.

En esta oportunidad tomaremos como fuente la “Serie de las manos” que se encuentra en “La Capilla del hombre” y que corresponde a la Edad de la Ira.

Poniéndonos en la suposición de realizar una operación historiográfica, partiremos por explicar el contexto en que este artista desarrolla su obra, para lo que haremos un rápido análisis de la Historia de América Latina desde sus culturas precolombinas hasta su historia contemporánea.

El mundo indígena Latinoamericano es diverso, ya que América estaba poblada por una gran cantidad de culturas que se habían diferenciado de acuerdo al paisaje y a las características geográficas de cada una de las grandes zonas americanas. Esto determinó que algunas de ellas fueran culturas que lograban subsistir muy precariamente, mientras que otras, llegaron a constituirse en grandes civilizaciones donde imperó la vida urbana, la división del trabajo, la arquitectura y escultura monumental, junto con un mundo religioso complejo.

En este mundo tan variado irrumpen los conquistadores españoles y van destruyendo los diversos mundos indígenas, a pesar de la gran resistencia que ellos presentaron. Se estructura de esta manera una organización política y administrativa desde la metrópoli para toda la América, que a partir de este momento en el plano social, se constituirá en una América mestiza, debido a la mezcla del elemento indígena con la población europea y africana. En medio de la resistencia indígena, España da forma a la nueva estructura que se superpone en Hispanoamérica. Mediante grandes organismos y burocracia colonial, el mundo americano comienza a desarrollar un tipo de vida urbano y modelar un mundo social nuevo.

La división administrativa colonial que había generado virreinatos y gobernaciones, siempre mantuvo una interpelación con la península ibérica, generándose de esta manera una interdependencia económica entre la metrópoli y sus colonias; otorgándole así, características muy particulares. Además, el mundo colonial presentó a través de los siglos grandes desafíos y problemas como la caída de la población, guerras y milenarismo, piratería y el contrabando. (Ver más)

Los siglos siguientes son más difíciles de sintetizar, por lo que puntuaremos los principales procesos y acontecimientos comunes a las distintas regiones para tener una idea general, aunque no precisa de lo sucedido en los últimos siglos.

Entre los años 1800 y 1870 se produce una crisis del Imperio español en el marco de las grandes revoluciones europeas. América, por su parte, vive la emergencia de nuevas unidades políticas regionales y el surgimiento de los caudillos. Esto produce las guerras civiles y la formación de una nueva sociedad latinoamericana, consolidándose las diferencias regionales.
Entre 1870 y 1930 se produce la inserción internacional, la modernización y la formación de las nuevas elites y las repúblicas oligárquicas. Aparecen nuevos actores sociales y nuevos partidos políticos en la sociedad latinoamericana, se produce la democratización de las repúblicas, la inmigración europea, las nuevas ideologías y la cuestión de la identidad.
Entre 1930 y 1990 se hace más patente en Latinoamérica el impacto de las crisis internacionales. Se produce el proceso de sustitución de importaciones y el nacionalismo frente a la intervención política y económica extranjera. También ocurre la emergencia del Populismo. Mundialmente se produce la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, y hay un gran impacto de la bipolaridad mundial. Se genera una profundización de la sustitución de importaciones y aparecen las nuevas clases medias. Ocurre una intervención militar y aparecen los movimientos de resistencia. Se produce la intervención de los EE.UU. como parte del sistema político continental, y de la doctrina de la Seguridad Nacional. Posteriormente se produce la recuperación de la democracia bajo la deuda externa.
Desde 1990 se plantea la creación de una nueva identidad frente al avance de la globalización. Hay un fuerte impacto del fin de la bipolaridad mundial, de la Globalización y las transformaciones estructurales. Existen nuevas relaciones de poder en las democracias nuevas. Se produce la integración comercial y la discusión sobre la viabilidad de las repúblicas latinoamericanas: MERCOSUR y NAFTA. Por esto se plantea la existencia de una nueva agenda latinoamericana: ecología, migraciones regionales, narcotráfico y lavado de dinero, polarización y exclusión social.

A partir de esta breve síntesis trataremos de Conocer en mayor profundidad esta fuente, por lo que iremos relacionando la vida de Oswaldo Guayasamín con la Historia de Latinoamérica y también con la Historia universal del siglo XX.

Oswaldo, nació en Quito, capital del Ecuador, el 6 de Julio de 1919 en el seno de una familia humilde. Hijo de padre indígena y madre mestiza, una fusión racial que le proporciona una perspectiva muy personal de la opresión experimentada por los pueblos indígenas del continente. En contra de la opinión paterna, estudia Bellas Artes en Quito, entre 1932 y 1941.

Su primer ciclo pictórico se conoce como el Huacayñan, una palabra quichua que se traduce como "Camino del Llanto". A raíz de las vivencias acumuladas durante un viaje de dos años por América Latina, el autor entra en contacto con las costumbres y tradiciones de las culturas marginadas. Las alegrías, el dolor y la tristeza de los pueblos indios, negros y mestizos se plasman con ternura en sus lienzos.

Si el Huacayñan recoge la angustia de Latinoamérica, a partir de 1952, Guayasamín va a exceder el ámbito de la denuncia local para penetrar en una exploración de las partes más innobles de la condición humana. En sus propias palabras, la obra de este período “es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el Hombre hace en contra del Hombre”.

Nace así el estilo expresionista, hiriente y descarnado de la Edad de la Ira al que pertenece nuestra fuente. Los rostros angustiados y las manos nudosas se convierten en protagonistas absolutos de una narración que se nutre de blancos, negros y grises. Sus cuadros giran obsesivamente en torno a una humanidad que llora amargamente el horror de la guerra, el drama del Holocausto nazi, las atrocidades cometidas en Vietnam, las víctimas de las dictaduras o el capitalismo deshumanizador. “Este siglo oscuro y violento que nos ha tocado vivir me ha obligado a llenar mis cuadros de una inmensa tristeza”, afirma Guayasamín de su arte.

Su obra humanista, señalada como expresionista, refleja el dolor y la miseria que soporta la mayor parte de la humanidad y denuncia la violencia que le ha tocado vivir al ser humano en este monstruoso siglo XX marcado por las guerras mundiales, las guerras civiles, los genocidios, los campos de concentración, las dictaduras, las torturas.

No obstante, el desasosiego que se desprende de la Edad de la Ira no es incompatible con un aliento de esperanza. “Pese a todo, no hemos perdido la fe en el hombre, en su capacidad de alzarse y construir”, defiende Guayasamín.

Luego de esta etapa, y hasta su muerte, desarrolla la llamada Edad de la Ternura, en que la compasión y el amor constituyen su eje temático y que está dedicada a su madre, de quien afirma: “mientras vivo siempre te recuerdo”.
Su serie de madres y niños es lo más destacado de una fase en la que el autor exalta la razón de ser de la existencia humana: la defensa de la vida.

Guayasamín muere el 10 de marzo de 1999, a los 79 años.


Tomar como fuente histórica una obra de arte es complejo, pero adentrándose en su propio lenguaje, es una fuente que posee una gran veracidad en sí misma, porque es la expresión de un alma, de quien vive algo en el momento en que esto ocurre, es un testimonio que tiene como fin la expresión. Además, en la denuncia el Arte juega un rol preponderante, porque más allá de informar -función que cumplen otros medios- interpela. No sólo “dice” lo que está pasando, sino también “hace sentirlo”.

Yo elegí este cuadro porque tuve la suerte de estar frente a él y a la serie de “Las manos” y ahora trataré de interpretarlo a luz de lo ya explicado y conocido.

La serie de “Las manos” concluye con “La protesta”. Guayasamín plantea que las manos de la protesta son precisamente eso, la actitud del ser humano frente a la injusticia del que todo tiene -manos insaciables- y de la mayoría de la humanidad que no tiene nada -manos del mendigo-. Luego de pasar por las manos de la oración, del miedo, etc., a la sociedad marginada injustamente lo único que le queda es la protesta.


Sin embargo, a mi parecer, no existe protesta sin la existencia de una esperanza, sino ¿Para qué se protesta? Creo que hay algo en el ser humano que es su mayor don y la razón de nuestras mayores miserias; la libertad. Es ella la que genera la razón de esta pintura, pero es ella también la que hace que el hombre reaccione. Es nuestra libertad quien produce el sufrimiento, pero es ella misma quien lo mitiga, lo eleva y lo transforma en vida.

Creo que esta obra plasma la intensidad de lo sucedido durante nuestra historia latinoamericana, el sufrimiento y la angustia, la guerra y la soledad, la miseria y la desigualdad. Sin embargo, quiero seguir con Guayasamín su historia de vida, sin la cual estas manos de la protesta quedan inconclusas. Como ya se dijo, a la edad de la ira la siguió la edad de la ternura, inspirada en la fuerte convicción del valor de la vida. Creo que así se puede interpretar esta obra y también así debe seguir nuestra historia, con una clara conciencia del sufrimiento que ha forjado a nuestro pueblo, pero también con una visión de que esta Historia es ahora presente, y que nosotros somos su futuro.

Concluyo con La Búsqueda de Francois Mitterrand:

“La búsqueda que realiza de las raíces de su indignidad, su manera de concebir la pintura como una lucha por defender la causa de sus hermanos oprimidos, el vigor que despliega por los temas que aborda –La Edad de la Ira, luego aquel de la Ternura- marcan nuestro imaginario e inscriben su obra entre las más fuertes. Pintar, es rezar. Pintar es gritar, dice Oswaldo Guayasamín.

Mirar su pintura, es comulgar con él y más allá de él, con aquellos, en nombre de quienes se expresa, como con aquellos quienes lucha por la Libertad

Fundación Guayasamín
Capilla del Hombre